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Triste Navidad.

 

 

Y ya es la segunda Navidad consecutiva.

    Desde que hace ya 14 meses me EXPROPIARAN mi puesto de trabajo tras 25 años ininterrumpidos en que entrara por oposición en Caja de Ahorros de Valencia.

    Sí, me acuso. Yo también estaba representada por UGT Bankia.

Intenté hablar con ellos no pocas veces y sólo de vez en cuando se ponían para darme una palmadita en la espalda. Me sonaba a aquello del siglo pasado de "resignación hermana"

    No pasa día que no me sienta humillada y sobre todo, INJUSTAMENTE apartada de mi puesto de trabajo sin un mal borrón que pudieran echarme a la cara en toda mi trayectoria profesional. Nos pidieron firmar que aceptábamos ser trasladados a Madrid. Lo firmamos.Pero eso, qué les importa a ellos.

    No pasa un solo día que no recuerde cómo me temblaban las piernas el día que vinieron a liquidarme y me hicieron firmar aquel "cese voluntario" bajo amenaza de ir a la calle con lo mínimo que marcaba la ley. 

    Seguramente los políticos valencianos estaban muy ocupados ocultando pruebas de su brillante gestión en Bancaja como para impedir que Caja Madrid nos ajusticiase.

    No pasa un solo día que no sueñe con escuchar una noticia de un juzgado que reconozca que fue injusta la forma en que nos expulsaron de nuestro trabajo cuando había gente que aceptaba irse e incluso se le propuso a personal la permuta de una baja voluntaria por una forzosa.

    Asumo y mi familia asume que no hay justicia frente a quienes orquestaron toda aquella patraña para dar a la Dirección de la empresa las cabezas que pedía.No importaban las personas, sus familias, sus vidas. Alguien las había marcado con un rotulador rojo y había que olvidarse de ellas. 

       Quienes me quieren dicen que ya lo he superado. Que se me ve mejor. Ellos y yo sabemos que NO. Todos miramos hacia otro lado cuando estamos juntos pero yo sigo llorando mi "suerte" en soledad.. Es  muy difícil sobreponerse a la injusticia vivida en primera persona. Máxime cuando entiendes que quienes tuvieron en sus manos hacer las cosas de otra manera decidieron actuar como si fuésemos... como si no fuésemos.

 Y aquí sigo, a mis casi 50 años, ni una sola puerta se abre. Nos hablaron en una charla de recolocarnos "aunque fuera en Mercadona" dijeron. Jamás nadie me ha llamado.

    Lo perdonaría todo. No pediría explicaciones. No miraría a mi alrededor sino sólo al frente por recuperar mi dignidad. Por volver a tener un sitio en la sociedad. Por seguir siendo alguien. Pero ni yo soy Alicia ni esto es el País de las Maravillas.

    INJUSTICIA e IMPOTENCIA son las palabras que mejor definen mi estado de ánimo. No encuentras una sola razón para sonreír más allá de ver a tus hijos crecer y la satisfacción de, a veces, sentirte querida por quienes te rodean. 

    14 meses después, esta vuelve a ser una triste Navidad.

    (Correo remitido a cgtbankia por Lucía, compañera despedida en el ERE)

 

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